Blogia
ESCRITOR EN LAS MONTAÑAS

MÁS ALLÁ DEL HORIZONTE

MÁS ALLÁ DEL HORIZONTE
Raudo navega el velero sobre el ancho mar; ondeando sus velas al son de los vientos del sur; el frágil casco que desafía a las aguas y a los luminosos rayos del atardecer, que cargan por el horizonte anaranjados y nostálgicos rememoradotes de antiguas tragedias.

Según cuentan, el esquife partió de un gran puerto, el puerto de Remmon, la capital de una importante isla del Este, y tras hacer una escala en una pequeña isla cercana, comenzó su travesía por mar abierto, solo en la inmensidad de los días, las noches, el mar y los cielos; tan sólo gobernado por un hombre que, atento a la Mayor, observa el horizonte, concentrado en las violetas y pardas nubes del horizonte.

-“Oh, majestad, no digáis eso”.Perdido estoy-le diría meses atrás en el salón Real-por ello debo regresar al bote y a mi soledad, al lugar donde caen las aguas, y se une el principio y el fin.
La corte entera observaba atónita y expectante la situación entre padre e hijo.
“Deseo vuestro permiso, señor, para partir. Y puesto que para vos sería una deshonra el desertar de uno de vuestros capitanes, borrad de las paredes mi nombre, de todas y cada una de las telas; encarcelad a quien pronuncie o cante mi nombre, y que mi apellido se pierda en el olvido…
-No soy nadie, mi rey. Sé que podéis complacerme mi señor, y toda vuestra corte me es testigo. He de marchar-dirigió su mirada a los techos de la sala, recorriendo las paredes, los telares, los jardines colgantes, y finalmente en los cortesanos finalizando en su padre-aunque jamás podré olvidar este palacio, sus espejos, jardines, las bellas mujeres que adornan nuestra ciudad, nuestra famosa biblioteca…ni a vos.
-Desde aquí observo el avituallamiento de mi esquife, señor. No os apenéis. Vuestra sabiduría educará a nuevos y mejores hombres que yo. También criaréis un sucesor…pues no albergo esperanzas de regreso. Seréis siempre un rey digno de mi memoria.

El crujir de los maderos del velero acompasaba los recuerdos del joven príncipe, ya casi adormecido por los recuerdos y mojadas sus mejillas de lágrimas. El dolor era tan profundo. “El dolor de la soledad, madre”-recordó. Los recuerdos enturbiaban su mente y asolaban su herido corazón.

Mecidas por la brisa se mueven las cortinas de seda en la estancia; fresca, agua de colonia impregna las telas y la colchas; el balcón más allá de las finas cortinas da paso a una plácida melancolía tristona, propiciada por una oscura tarde amenazante de lluvia; el reposo asoma a mi corazón cuando mi alegre ángel aparece en la estancia.
Una vez más sus blancos y largos dedos acarician mi rostro, conmigo mirando al balcón; cargado de recuerdos temía herirla, herir su despedida; mas eran tan intensa su mirada…
Sospechaba que se engañaba pensando que yo regresaría algún día. No faltaron palabras de consuelo a mi corazón por mi separación de todo lo que formaba mi vida, palabras y caricias. El desgarro era inminente; sin embargo ella cerró su corazón, su mente y sus oídos a mis palabras que negaban mi regreso por más que intenté decírselo entre efluvios de incienso en mi cabeza; y yo, cedí ante sus cabellos reposando sobre su pecho, sus labios y sus oscuras pupilas. ¡Dulzura humana, colonia de vida, escultura musical y caricia sensual, sedosa forma líquida de pasión! No volveré…
Mas ella no escuchó; se separó de mis brazos y retrocedió a encender nuevamente el incienso apagado, y a regar nuestra rosa de sarón. Sin más se recostó sobre su lecho y cerró los ojos, como si del comienzo de un largo sueño se tratara.

Y desde entonces a menudo ahí la veía, aún cuando las inclemencias de la noche del mar le desvelaban. La veía ahí, recostada sobre su lecho; con los ojos aún dormidos en un eterno dormitar.
Sin embargo el fénix de sus pasiones continuaba ajetreándole el corazón y mordiendo su mente, como una víbora que intenta escapar de su jaula. Sin embargo, pronto llegaría al lugar donde caen las aguas…pronto.

Cobardía o angustia, así solían llamar su acto las gentes tras su marcha; él, el sentir de un morir. El despropósito de una vida en soledad que cada día martiriza al hombre con dolor añadido del paso del tiempo. Una búsqueda. Ansiaba llorar su congoja sobre el fin de las aguas, el fin de la vida, donde el fin de todo podría e él también llevárselo. Por eso decidió navegar al fin de las aguas, al fin del mundo… a su fin.
La desesperación le había conquistado, ésta se adueñó de él al igual que los recuerdos de un amor ahogado en el eterno mar de la muerte; adonde pretendía llegar para intentar recuperarlo o, al menos, encontrar una respuesta. Y, aunque la macabra complacencia de sentirse desgraciado la sentía, en lo más profundo y arraigado de su ser deseaba que alguien lo salvara, que llegara alguien fuerte y salvador y lo rescatara de su pesar y sui agonía.
-CONTINUARÁ…


3 comentarios

Elisabet -

Hola!
Bueno, es cierto que nos hemos conocido hace poco tiempo, pero de momento me has demostrado ser una persona comprensiva y muy simpática y un Don Juan jajaj. He leído todo lo que has escrito, hay que reconocer que tienes un don para esto, y la verdad es que todos tus relatos hacen meditar bastante... Espero que lleguemos a ser muy buenos amigos, porque me caes genial jejej. Y weno, ya nos conoceremos más en persona... Venga, muchos besitos.
P.D: Eli estuvo aki!! jajaja

La Silfide Dorada -

Queridísimo Abraham,
he de comunicarte que tus escritos me han sido de lo más agradables. He saboreado cada palabra que leía y los he degustado con gran avidez. Sigue así, amigo mío, puesto que el largo camino que tiene que recorrer un escritor es interminable, mas no por ello menos picante que la salsa de la vida.
No sé si me he podido expresar bien, ya que la pintura es la escritura de la voz; pero no todo el mundo es capaz de hacerla sentir en los demás.
Por último, me agradecería que escuchases estos dos consejos (aunque no soy quien para darlos. Primero, expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas. Y segundo, recuerda que no se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan... Muchas gracias por todo, eres una persona increible y un amigo maravilloso. Te admiro por ser lo que eres.

Eva Esther -

como siempre, relatos bien escritos y que le hacen a una pensar, se nota el intelecto sublime que dirige la pluma del autor.