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ESCRITOR EN LAS MONTAÑAS

RECUERDOS DE NÚMENOR (II)

RECUERDOS DE NÚMENOR (II) Durante uno momentos estuvieron paseando por la costa, pero no emitieron sonido alguno. Tan sólo sus manos unidas danzaban tristemente al compás de las olas. Aradän no sentía poder expresarse, percibiendo la mirada de Nir-Abêth mirándolo. Ella sí sabía. El sol acompasaba sus cabellos con el ambiente, y su fisonomía enmarcaba la costa con sus inocentes y bellas facciones, y sonreía, sin embargo, sonreía quedamente, para aligerar la carga que oprimía…a su amado.Aradän la detuvo llegado un momento, el sol decaía y el céfiro corría velozmente; Aradän no soportaba más la angustia que lo consumía y sentándola, le explicó:-Nir-Abêth te lo imploro, por favor, ven, ven conmigo!!No soportaría vivir así…-Isilon, ava*…ocólien sina pitya anna len…corma…hairë nórellon-dijo colocándoselo en el dedo-de mis tierras, para que me recuerdes…Volvieron a abrazarse, esta vez Aradän se congojó en su corazón, y entre sollozos, jamás vistos en él:-Nai cala hendelyato caluva tienyanna (ojalá la luz de tus ojos ilumine mi camino)-Andavë enyaluva-nyet(me acordaré de ti siempre)-y añadió- laitalë.  -Vete, vete!!-gritó Nir-Abêth al ver los hombres de Nemendil, -quizás para evitar más sufrimiento- Vete!-Aradän la observó por última vez, y la vio radiante y hermosa como jamás pensó que vería ser alguno; con su hermoso pelo oscuro acariciando el cuello, y sus azules ojos mirándole; el corazón despertó y, corriendo, más por causa de la tremenda herida que se ensanchaba que por los hombres,  exclamó: ¡¡¡¡¡¡Namarië!!!!!!, al que Nir-Abêth contestó con un imperceptible”Nai Élennán varyuva len (que Élennán te guarde)Y así, corriendo la observó cómo sus vestidos, como ella, se abandonaban al céfiro solano que arreciaba sobre el acantilado, y cómo su bella figura se mantenía acurrucada en el acantilado, acongojada y triste mirando al mar, ahora el viento aumentó su velocidad, y sus siempre bellos vestidos continuaban meciéndose al viento, ella inmóvil, y fue, en ese momento, en el que su corazón deseaba quedarse , cuando se separó de él, y se arrancó, donde murió, allí postrado en tierra mientras observaba cómo descendía raudamente  del acantilado, tras abalanzarse al vacío…Así fue como la amargura acabó con Nir-Abêth.Desde ese día su corazón quedó en las costas de Falandüne de Númenor, y un deseo imposible, la horrenda amargura lo persiguió durante el transcurso de su viaje en la Tierra Media: unos deseos olvidados, unas pasiones abandonadas, un amor quebrado, dos almas separadas; allí, en las costas de Falandüne, junto al mar, frente al horizonte, partiendo el sol del atardecer, sobre aquella amada tierra de navegantes y marinos, en la que su grandeza no escapó ni a los Valar, allí, solo,  corriendo sin detenerse a pensar ni a recapacitar en ello, acompañado del murmullo del mar, aquel del que Aradän jamás pudo escapar. En ocasiones Aradän recordaría aquellos momentos, aquella última mirada con sus bellos ojos mirándole antes de descender de aquel acantilado…aquel acantilado de Falandunë.   

 

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